Pensar


Sentado frente al mar, esperando el momento en que el sol se acabe de hundir en el agua, veo las gaviotas volar. Me maravillo con sus movimientos inesperados y como las rocas parecieran hacerse a un lado para no herir una sola de sus plumas.
Y pienso si el hombre podrá, algún día, hacer lo mismo.

Ahora miro el color de las nubes, su textura, y la gran imagen que forman al reflejar los rayos del sol. Tonalidades que difícilmente se volverán a conjuntar para una imagen similar.
Y pienso si el hombre podrá, algún día, hacer lo mismo.

Tomo un puño de arena de la playa y la dejo caer sobre mis piernas. Imposible contar la cantidad exacta de granitos. Todos diferentes, todos pequeños, todos parte de la playa.
Curiosamente esperando que el mar los lleve a otro lado donde poder esperar otra vez.
Y pienso si el hombre podrá, algún día, hacer lo mismo.

Al fin el sol brilla por ultima vez como despidiéndose de los que nos quedamos a observar el fenómeno.

Las nubes pierden poco a poco el color, la arena no se inmuta, y las gaviotas buscan un lugar para descansar después de sus vuelos acrobáticos.

Y el hombre sigue pensando.

No vuela.

No refleja.

No espera.

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